En la historia de la humanidad, hay pocas cosas tan fascinantes como la vida de los héroes, los guerreros y los líderes sociales que han moldeado el destino de la humanidad. El arte cinematográfico se ha encargado de presentarnos estas historias, inspiradas en la realidad pero con un toque de ficción, que nos permiten reconocer los nombres de aquellos que han transformado la vida de comunidades y países en todo el mundo.
La gran mayoría nos identificamos patriotas al escuchar el grito del escocés William Wallace [Mel Gibson] cuando en la película Corazón valiente grita: “Libertad”. En el último siglo como en ningún otro, la humanidad ha experimentado grandes cambios y avances tecnológicos y de conocimiento, pero ese deseo de admirar a lideres no se ha modificado.
En nuestro país, existente mujeres y hombres que se han destacado en los campos de seguridad y justicia debido a su liderazgo en instituciones encargadas de abordar los desafíos planteados por la criminalidad sin fronteras, que se vuelve cada vez más poderosa. A pesar de las numerosas historias de heroísmo que se desarrollan a diario en el ámbito policial en México, nunca ha sido tarea sencilla sobresalir en estas labores complejas, cuya principal responsabilidad es la protección de las comunidades.
Son escasos los actores políticos y mandos de todos los niveles de la prevención y procuración de justicia que han comprendido la importancia de implementar procesos de desarrollo estratégico en las instituciones policiales, que sean continuos y flexibles para adaptarse a las cambiantes realidades sociales contemporáneas.
Con el fin de generar resultados y abordar los desafíos complejos relacionados con problemas sociales y delincuenciales, las instituciones policiales deben transformarse en organizaciones ágiles, que cuenten con la capacidad de adaptarse, promoviendo un pensamiento creativo y una respuesta flexible; y deben llevar a cabo esta transformación, no obstante, en el contexto de una disminución sistemática de los presupuestos y el agudo escrutinio social y descalificativo, dado el flujo de información, a menudo manipulada, a través de las redes sociales.
En México, a pesar de que la política partidista ha abordado ampliamente el tema de la seguridad, para descalificarla o ensalzarla dependiendo de la necesidad regional, aún existen líderes que han logrado destacar. Estos han demostrado la habilidad de persuadir a las figuras políticas, a los actores institucionales y a sectores influyentes de la sociedad para que apoyen la transformación y desarrollo de las fuerzas policiales.
Luis Felipe Saidén en Yucatán y Omar García Harfuch en la Ciudad de México son ejemplos destacados de liderazgo que han conseguido establecer equilibrios institucionales que les han permitido abordar con éxito los desafíos actuales y fortalecer sus respectivas instituciones para enfrentar las amenazas que el futuro les presenta. Es por esto que ahora son las figuras ideales para erigirse entre un mar político como líderes naturales para ordenar sus regiones y generar la paz social necesaria-urgente en sus comunidades.
Es igualmente admirable la visión y ejecución que se tuvo en su momento en la creación de la División de Gendarmería de la extinta Policía Federal. De haberse consolidado, habría llegado a convertirse en la institución de seguridad más profesional de nuestro país. La responsabilidad de su construcción recae en otro destacado líder policial de México, Manelich Castilla Craviotto.
Así pues, cuando en México se logre inspirar, respaldar y brindar certidumbre a los abundantes líderes de este calibre, la promoción de la seguridad y la justicia se convertirá en una constante, en lugar de la excepción que lamentablemente experimentamos en la actualidad.